martes, 25 de septiembre de 2007

El aparato respiratorio

La respiración es una actividad esencial de los seres vivos, consistente principalmente en la combustión de azúcares con el fin de obtener la energía necesaria para los procesos vitales. El aparato respiratorio es el encargado de facilitar el intercambio de gases (oxígeno -O2- y dióxido de carbono -CO2-) entre el medio externo y la sangre, y mediante ésta se realiza su transporte hasta las células, lugar donde se produce la combustión o respiración celular, es decir, se libera la energía de los alimentos consumiendo oxígeno y desprendiendo dióxido de carbono. El aparato respiratorio alberga las vías respiratorias (fosas nasales, faringe, laringe, tráquea y bronquios) y los órganos de los pulmones.



Las vías respiratorias



Fosas nasales

Las fosas nasales son cada una de las dos cavidades anfractuosas o sinuosas que se encuentran situadas a ambos lados de la cara, y que se abren al exterior a través de los orificios nasales. Están tapizadas por un epitelio mucoso, y por su parte posterior se comunican con la faringe a través de los dos orificios de las coanas. La mucosa nasal (pituitaria) reviste toda la cavidad nasal y contiene en su seno células sensoriales (las que integran la llamada porción amarilla) cuyos axones forman el nervio olfatorio, es decir, son capaces de percibir e identificar los olores. Otra parte de la mucosa nasal es la llamada porción roja, que está muy vascularizada, y encargada de calentar y mantener la humedad del aire al penetrar éste a su través. Las fosas nasales también albergan numerosos pelillos encargados de retener partículas del polvo o impurezas que transporte el aire, y así evitar que lleguen hasta los pulmones.

Además de con los pulmones a través de las vías respiratorias, las fosas nasales se comunican con el oído interno a través de la trompa de Eustaquio (para equilibrar las presiones de aire sobre el tímpano), con los senos frontales (los huecos que se sitúan en el hueso frontal), y también con los conductos lacrimales.

Laringe

Después de las fosas nasales se encuentra la faringe (que comunica el velo del paladar con el esófago) y a continuación la laringe. Ésta es como una especie de caja de resonancia que alberga diferentes piezas cartilaginosas y el hueso hioides; el órgano de fonación está compuesto por tres cartílagos impares medios (cricoides, tiroides y epiglótico), y cuatro pares laterales (aritenoides, de Santorini, de Morgagni y los sesamoideos). Las cuerdas vocales son unos salientes ligamentosos o repliegues musculares de la mucosa que tapizan la laringe (dos superiores falsas dotadas de numerosas glándulas, y dos inferiores verdaderas); las inferiores son las que intervienen en la formación de la voz o de los sonidos, y que vibran al paso del aire emitido por los pulmones; por su parte las superiores contribuyen a reforzar la vibración.

La laringe está recubierta en su entrada por la epíglotis, un órgano en forma de lámina fibrocartilaginosa elástica que está insertado en el ángulo entrante del cartílago tiroides, y que en en el momento de la deglución cierra la abertura superior de la laringe, evitando así que el alimento se desvíe de la faringe.

Tráquea

La tráquea es la porción de las vías respiratorias formada por veinte anillos cartilaginosos, que comienza en la laringe y desciende por delante del esófago hasta la mitad del pecho, donde se bifurca formando los bronquios. Mide entre 12 y 15 cm. de longitud, y unos 2,5 cm. de diámetro. La parte posterior de los anillos están abiertos, permitiendo así que los alimentos pasen por el esófago sin impedimentos. La tráquea está revestida de un epitelio mucoso dotado de múltiples células ciliadas, cuyas funciones son movilizar el mucus y las partículas procedentes del exterior.

Bronquios

Los bronquios son la parte de las vías respiratorias formada por los dos brazos en que está dividida la tráquea, y las ramificaciones internas de los pulmones. Comienzan a la altura de la primera costilla, que es el punto en que se bifurca la tráquea en los dos conductos o brazos citados. Los bronquios se dirigen hacia cada pulmón penetrando a través de una abertura llamada hílio; el bronquio derecho se divide en tres ramas y el izquierdo en dos, formando los llamados bronquios lobulares, de éstos emergen los llamados bronquios segmentarios, que se subdividen cada vez en ramas más finas; las distintas ramificaciones bronquiales forman lo que se conoce como árbol bronquial. Estructuralmente, la forma extrapulmonar de los bronquios es similar a la de la tráquea, y también están dotados de anillos cartilaginosos. Sin embargo, las últimas ramificaciones, ya en la zona intrapulmonar, adquieren sección cilíndrica, son los llamados bronquiolos, que carecen de anillos cartilaginosos pero que presentan abundante musculatura lisa, y que finalizan a través de los conductos alveolares en los llamados lobulillos o alvéolos pulmonares, consistentes en unas pequeñas vesículas cuyo diámetro no suele ser superior a 1/5 de mm.

Los pulmones

Los pulmones son los órganos respiratorios de los vertebrados terrestres que pueden vivir fuera del agua. Su función es realizar el intercambio de gases (oxígeno -O2- y dióxido de carbono -CO2-) entre el aire inspirado y la sangre. Son generalmente órganos dobles. En los humanos consisten en dos masas esponjosas extensibles que se sitúan y ocupan gran parte de la cavidad torácica, y que están suspendidas en las extremidades de los bronquios. El pulmón izquierdo es más pequeño porque sólo tiene dos lóbulos, mientras que el derecho tiene tres.


Los pulmones se encuentran recubiertos y protegidos por la pleura, unos sacos o membrana doble de tejido epitelial que lo tapizan exteriormente (la pleura externa o parietal), o que se une a los pulmones (la pleura interna o visceral); entre ambas se sitúa el líquido pleural.

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